Hoy 16 de julio me levanté muy temprano, como siempre, y después de traerme a la audiencia política montada en la Corte con el solo hecho de inhabilitarme políticamente, denigrarme y humillarme para satisfacer así el odio, la envidia y vendetta personal de algunos seres que por motivos políticos, comerciales o privados se han empecinado en fabricarme un expediente falso, sin sustento jurídico.
Muy temprano me fui a buscar el segundo en comando de la Policía Nacional, el afable y sonriente Chinto Gómez, que contrario a combatir los altos niveles de criminalidad, prefiere perder del día de trabajo escoltándome a la Corte Suprema, con él un chofer que poco habla y solo escucha, más un miembro de las fuerzas especiales que se la pasa chateando en su celular y dando órdenes de cómo proceder o ir por la ruta de la cárcel al lugar de la audiencia. Este es quien controla la chicharra, o sea, la criptoneta de la gran cantidad de sirenas, motos, vehículos y escoltas a lo largo del camino.
Todo ese ruido y más ruido, parecer ser esto lo que mueve a estos seres para tener un sentido de importancia de estar transportando a un inocente al patíbulo.
También está otro asistente del segundo jefe, que es más bien el ejecutor de los planes y quien informa de lo que sucede en el orden del día de los otros comandos.
Debo admitir que me trata muy bien, de forma caballerosa, respetuosa; sin embargo, no existe conversación alguna entre las partes, no por intereses de las partes, pero sí quién sabe por órdenes superiores.
Al llegar me encierran en un cuartito, el cual deber estar lleno de micrófonos, tal como existe en la celda donde estoy recluido, que bien pueden estar en los tomacorrientes o en la TV suministrada por ellos mismos rehusando la que habrá comprado mi esposa. ¿Cosa rara, verdad?
Acá veo con esto, por cómo avanza un juicio amañado, en el que me han violado todas las leyes, no habiendo ni notificaciones ni imputación, no teniendo competencia al haber perdido la calidad de diputado y, peor aún, el doble juzgamiento. O sea, que todo magistrado que haya sido exonerado por la Asamblea para quedar al descubierto. Por tanto, estos y muchos otros precedentes usados para perjudicarme serán en el futuro usados contra otros. Lo malo de esto es que nada importa salvo que sea para violar todos los derechos legales y constitucionales a los que por ley tengo derecho.
Seguiré escribiendo diariamente sobre esta farsa que solo tiene el fin de buscar una condena de un inocente que jamás hará trato alguno de este juicio político del cual soy objeto porque soy inocente y desconozco los hechos que investigan.
Hoy leo sobre las Cruzadas y los caballeros templarios.